Reflexiones sobre el final en un día cualquiera

En realidad no es que tenga miedo a la muerte. He pasado billones y billones y billones y billones y billones de años en ese mismo estado de absoluta nada hasta que un día salí de la barriga de mi madre, y la verdad es que no recuerdo nada anterior a eso. No es miedo, no, igual inquietud. Y lo que realmente me inquieta (que no preocupa) es la incertidumbre que lleva consigo todo ello. No me refiero con "incertidumbre" a si eso me ocurrirá con 39, 56 ó 78 años, ni a la citada Nada que me voy a encontrar. Ni siquiera a si me sucederá cayendo de la bici, por un asesinato o como causa de tal o cual enfermedad o infarto. 

Es una incertidumbre (digamos que) difícil de definir, parecida a un "qué dirán" a mis espaldas pero sin las connotaciones de un cotilleo. Como si me sintiera observado por alguna ley desconocida del universo que produce en mi mente preguntas tipo:

¿Estarán fabricando en este preciso momento, en ese taller, la cama en la que voy a morir? ¿Habré pronunciado a lo largo de  este mes, por azar, la palabra que será la última palabra que salga de mi boca antes de que me seden para no sufrir? ¿Estará llorando en este momento porque no quiere ir al cole o no le gusta su cena la niña que será la doctora que certificará mi deceso en ese quirófano? ¿Andará en una nube que sobrevuela ahora mismo una recóndita región de Bulgaria la última gota de líquido que beberé? ¿Habré pasado o estado ya sin darme cuenta en ese lugar donde me sucederá y que será lo último que voy a ver? 

Me resulta sombrío pensar que, mientras voy pasando las horas pensando en cómo seguir adelante con mi vida, el mundo está secretamente conspirando para que todo cuadre de manera precisa con mi muerte.

Mi cabeza se empieza a hacer preguntas, sí, pero como siempre, también encuentra respuestas. Una de mis favoritas es también una de las que más practico: miro al cielo y respiro el aire más puro y fresco que puedo respirar. Siento en mí el sol. Me dejo llevar. Al fin y al cabo él ha estado ahí siempre, y de esto sabe más que yo. 

Y total, somos polvo de estrellas.



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