El elemento canalizador
Me repatea mucho cuando me preguntan si esas estupideces con forma de poesía que me da por escribir de vez en cuando dependen de la inspiración. No hay tontería más grande que decir que si tal o cual está o no inspirado para escribir, componer o pintar. La escritura, la música, la pintura y las llamadas artes, en general, o las llevas o no las llevas. Por eso, forzar las cosas no ayuda demasiado. Es obvio que en un taller de escritura podrán desbloquearte ciertos mecanismos que te ayuden a explotar alguna faceta determinada o facilitarte algún elemento o recurso técnico que desatasque algo de eso que guardas sin saber comunicar con palabras, pero la inspiración es para echarle de comer aparte.
Por eso yo nunca estoy inspirado, porque la inspiración no existe (no confundir con motivación). Como presunto escritor, lo único que quizás asociaría a "inspiración" sería al hecho de encontrar ese tubo de ensayo por el que pasan las ideas hasta convertirse en palabras, la forma de filtrar al lenguaje un determinado universo de tu cabeza.
Yo amo el Vocal Trance. El Vocal Trance es la música que eleva el alma, la que baja del cielo, la de la soledad infinita, la del mensaje de esperanza, la de la naturaleza más abismal, la del tiempo que no acaba, la que se te enreda al pensamiento, la de la poesía atrapada, la que te reconcilia eterno con el pasado, la que te sitúa en el universo, la que te deja a solas contigo, la del cielo que acaba en tu mano, la que te crea el vacío y te lo saca a suspiros, la de la melodía que es vida, la delicadeza tangible al oído, la que se baila con los ojos cerrados, la que, suave, besa el desaliento, la que te hace controlar el viento, la de los ecos que duelen, la que silencia el espíritu, la que se pierde en el horizonte, la de la filosofía de la belleza, la que te duerme despierto, la que te conecta con tu esencia, la que quiere ser atardecer contigo.
Con el Vocal Trance he recibido respuestas a preguntas acerca de mí mismo que no sabía que tenía. ¡Y ojo!, el Vocal Trance no me inspira a escribir, no es una inspiración. Es el elemento canalizador del que hablaba antes, el tejido conectivo que une un mundo interior con las palabras. La sublimación de la belleza. Y como tal, se siente o no se siente.
Larga vida al Vocal Trance.
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