Nuestras rutas por Londres

Una fría tarde de diciembre, Marta, Alberto y yo aterrizábamos en Stansted, el aeropuerto habitual para vuelos de Ryanair a Londres. Tras un largo trayecto en bus hasta el centro, nos encontrábamos en Baker Street. ¿Os suena? Más concretamente, el 221B de Baker Street es el domicilio de Sherlock Holmes en las novelas de Arthur Conan Doyle, del que Marta y yo somos muy fans. Dicho esto, os habréis dado cuenta de que la parada era obligatoria. Actualmente, el 221B de Baker Street es la tienda y la casa museo de Sherlock Holmes, una visita muy interesante si te gusta el personaje. 

Tras la visita, viendo que no llovía (ya sabéis, raro en Londres) y que el frío era soportable, decidimos caminar hasta nuestro Airbnb en Carlton Vale. Fue un paseo agradable, aunque cargar con maletas nunca es súper-guay, pero pasar por Abbey Road y sus Studios fue una alegría para el camino. 


El siguiente día iba a ser bastante largo, así que dejamos las cosas, salimos a por algo de cena y volvimos a dormir. 

Por la mañana, Londres nos esperaba repleto de lugares que ver. Quise dar una sorpresa a mis compañeros de viaje y enseñarles Little Venice, la pequeña Venecia, donde confluyen los canales que recorren la ciudad. También quería llevarlos a desayunar a lo grande y mis amigas de Travelettes me recomendaron en el foro el Cafe Laville. Sin duda, al ver las imágenes, quise ir. Podéis ver más sobre esta visita en este otro post donde comparto mis fotos del desayuno y la cafetería. 

El paseo a lo largo del canal es precioso y nuestra intención era coger un bus acuático hasta Camden Town, donde teníamos que ir más tarde, pero en invierno el servicio sólo funciona los fines de semana y era un jueves por la mañana, así que cogimos el Metro. 


La cosa es que, una vez en el metro, pensamos que podíamos ir a algún otro sitio antes de Camden, pues teníamos mucho tiempo y hacía un muy buen día, así que cambiamos de rumbo y nos acercamos a hacernos algunas fotos graciosas junto al Big Ben y a dar un paseo por los alrededores. Tras unos cuantos boomerang y otros cuantos saltos ante la cámara, nos refugiamos del frío en Southbank Centre.


(Hagamos un flashback hasta el momento en que yo vivía en Londres para explicaros que el Southbank Centre fue un segundo hogar para mí en mi estancia, donde un montón de españoles, italianos, irlandeses, portugueses y griegos nos uníamos para organizar protestas como los PIIGS, además de usar el centro como cobijo en los días de invierno y disfrutar de sus actividades baratas o gratuitas en cuanto teníamos un rato libre. Hasta un día vimos a Paco de Lucía allí ^^)

De vuelta al presente... El Southbank Centre tiene el mejor ascensor del mundo. No os voy a decir el motivo, pero si habéis estado allí lo entenderéis. Espero que si alguna vez lo visitáis, os acordéis de cogerlo y me lo contéis. 

Más tarde, retomamos nuestro camino en Metro hasta Camden Town. Bajamos en Mornington Crescent para recorrer completamente Camden High Street hasta el Camden Lock Market y, a continuación, llegamos a The Camden Assembly (¡cuánto Camden!), donde asistimos a un concierto de Hunter & the Bear, una de las razones principales para este viaje, además del precio de los billetes de Ryanair (¡no quiero hacer publicidad, pero me es inevitable!) y de nuestro alojamiento.


El paseo por Camden está lleno de curiosidades y, aunque la calle en sí no cueste nada recorrerla, pararás 5438756 veces a ver algo curioso, lo que hará que pases la tarde entera allí. Si, además, añades el tiempo de visita del mercado, lo que te tomas en un puestecito callejero y si te sientas a descansar... ¡se te hacen las tantas sin enterarte!

Nosotros cenamos en The Blues Kitchen, uno de los caprichos obligados en un viaje a Londres. La cena no sólo fue espectacular sino que el sitio era súper-acogedor, por lo que pasamos varias horas allí. Si echáis un vistazo a su web veréis los impresionantes platos que ofrecen, aunque si no te gusta la carne... algún plato vegano hay, pero su fuerte es la carne. Esta es su carta. Para los curiosos, yo me metí entre pecho y espalda una Baby Cheezus y casi me da algo con la explosión de sabor que sentí en la boca. ¡Delicioso!

De nuevo recorrimos la calle hacia el norte para asistir a nuestro concierto en The Camden Assembly. El sitio tenía dos pisos y el de abajo es de entrada libre, un pub inglés típico, pero el de arriba es una sala de conciertos. Además de ver a uno de nuestros grupos favoritos, pudimos disfrutar de una noche muy divertida en el local. ¡Muy recomendable! Obviamente, también os recomendamos escuchar a Hunter & the Bear o verlos en directo si tenéis la oportunidad.

 Una vez terminada la velada, se nos ocurrió que podíamos coger el metro para volver a nuestro alojamiento. ¡Error! Era un jueves por la noche, cerca de la una de la madrugada... ¡No hay metro! Bueno, no pasa nada, podemos coger un autobús. ¡No! ¡Nuestra Oyster card está descargada! Y me daría mucha vergüenza, con lo que conozco la ciudad, tener que pedir a alguien que nos llevara. ¿Y si vamos andando? El frío es soportable yendo bien abrigados y puede que sea agradable. 


Así fue, ¡y hasta vimos zorros de camino! Canturreando y observando a nuestro alrededor en un barrio que no conocíamos, llegamos a la casa sanos y salvos. 

A la mañana siguiente estábamos frescos como rosas, con la emoción del concierto todavía latente. Cogimos el metro para ir a Southwark Station, desde donde caminamos hasta el Támesis. De nuevo, quería dar una sorpresa a mis acompañantes y llevarlos a una de las terrazas con mejores vistas de Londres, en una de las plantas superiores del Tate Modern. La entrada es gratuita y un ascensor te lleva a la magnífica terraza, en la que hace un fresquito curioso pero sacarás unas fotos impresionantes de la ciudad. Además, desde arriba, podrás ver lo realmente grande que es Londres. Hicimos algunas compras en la tienda del museo, donde hay gran cantidad de curiosidades relacionadas con el arte moderno. Me hice con un par de libros de caligrafía que me encantaron. 

Junto al Tate Modern se encuentra el Shakespeare's Globe Theatre. Si te gusta el teatro, ver una obra aquí debe ser una pasada. Es una de mis cosas pendientes en Londres. Puede que en mi próximo viaje la cumpla ^^ También se puede visitar sin ver una obra, por si los horarios no te vienen bien.

Continuamos por el río hasta la altura de la catedral de Southwark, impresionante, por cierto. Tras ella se encuentra el Borough Market, probablemente uno de los mejores mercados de alimentación que hayáis visto. Olores extraordinarios, sabores increíbles, sonidos que te transportan a lugares maravillosos... Borough Market es toda una experiencia. Allí puedes probar desde el plato más típico inglés en un cartucho de cartón hasta la especialidad guatemalteca más extraña de la que hayas podido oír hablar. De hecho, tomamos unos pies ingleses y un guiso de carne y verduras especiadas de algún lugar del centro de África que no recuerdo en este momento.

Ya habíamos estado en Londres anteriormente, así que las "visitas obligadas" no eran obligadas en nuestro caso. Aún así, no podíamos estar tan cerca del Tower Bridge y no acercarnos a sacar un par de fotos. 

El paseo junto al río fue agradable y, aunque hacía un frío impresionante. el guiso africano nos mantenía el estómago caliente. Llegamos a la Torre de Londres y nos encontramos con una gran pista de hielo en sus jardines. No teníamos mucho tiempo, porque teníamos una cita muy especial, pero nos quedamos a ver patinar a la gente unos minutos. 

La cita especial de la que os hablaba era una visita al Sky Garden, el jardín más alto de la ciudad. Se encuentra en uno de esos rascacielos tan imponentes que se ven en el skyline de Londres y la visita es gratuita pidiendo cita. Sí, he dicho gratuita. Os conté ya un poco sobre el Sky Garden en este otro post. Es fácil de reservar y no decepciona en absoluto. Nosotros fuimos a la hora del atardecer y no tuvimos la mejor suerte porque estaba muy nublado, pero aún así, impresiona ver la ciudad cambiando de color conforme se hace de noche. 


Como no habíamos caminado suficiente (estoy siendo irónica, por si alguien no lo ha pillado), salimos del Sky Garden y nos dirigimos hacia Brick Lane, mi barrio favorito de Londres. Se trata de una zona repleta de tiendas vintage, de segunda mano, cafés encantadores, mercadillos, comida callejera, puestecitos de antigüedades... ¡todo lo que puedas imaginar! Además, hay un montón de lugares curiosos que ver, desde una auténtica bolera llena de luces de neón hasta tiendas de ropa en pasadizos subterráneos. 

Antes de llegar a Brick Lane en sí, pasamos por el mercado de Old Spitalfields, también lleno de ropa de todo tipo, mayormente creada artesanalmente, además de buena comida y música en directo. 

Para llegar a Brick Lane también pasamos por delante de la Christ Church Spitalfields y del Ten Bells, iglesia y pub famosos por ser parte de la ruta de Jack el Destripador. No os cuento más, mejor si os sorprenden los guías en caso de que la hagáis. Hay mucha parafernalia montada alrededor de este tema, así que si os interesa, lo pasaréis bien.

Llegamos a The Vintage Emporium, el lugar donde pasé casi todos los domingos por la tarde durante mi estancia en Londres allá por 2012. Su mini-escenario, sus deliciosas tartas caseras, sus infusiones, su piso inferior repleto de ropa vintage y sus perros (¡sí, sus adorables perros!) te enamorarán. Es, probablemente, el lugar más extraño y más acogedor en el que he estado en mi vida, y eso que, una vez, uno de los perros me quitó un trozo de tarta de la mesa cuando me despisté... ¡pero era tan guapo! Cada día de la semana es temático y puedes escribir poesía, cantar o participar en una obra de teatro dependiendo del día que elijas ir. ¡Te encantará!


Antes de irnos, decidimos pasar a por algo de cena para llevar. Cogimos el metro hasta Leicester Square y, ya que estábamos, paseamos hasta Picadilly Circus, la emblemática plaza con las pantallas gigantes y todo eso... vamos, ¡un sitio más donde hacer unas fotos chulas!

Después pasamos por Chinatown y, curiosamente, cenamos japonés en Wasabi. Muy bueno, por cierto.


Puesto que pasear por la ciudad con maletas no es muy agradable, pedimos a nuestro anfitrión dejar las maletas algunas horas más en la casa mientras dábamos una vuelta por el barrio para conocer un poco más y hacer unas pequeñas compras londinenses. El barrio de Kilburn, bueno, no tiene gran cosa, pero alguna tiendecita curiosa encontramos. 


Teníamos que coger el autobús para ir al aeropuerto en Victoria Coach Station, así que fuimos un ratito antes y también hicimos un pequeño reconocimiento por la zona, muy agradable también. 


En la estación de tren de Victoria puedes encontrar de todo, literal. Todo tipo de tiendas y restaurantes. Comimos allí y nos fuimos a por nuestro autobús, aunque ninguno de nosotros quería volver a casa. 

Bueno, ¡menudo rollo os he contado! Espero que haya sido útil si os decidís por Londres como próximo destino turístico. No he incluido las "atracciones principales" porque para ninguno de nosotros era la primera visita a Londres, pero si necesitáis más información sobre museos, lugares que visitar o incluso queréis preguntarme por alguna ruta diferente, estaré encantada de ayudar ^^

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